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Artistas: Juana Butler, Roberto Aizenberg, Juan Battle Planas, Marcelo Canevari, Aída Carballo, Cynthia Cohen, Sandra Guascone, Misterio Tarot (Geraldine Lanteri y Aldo Benítez), Ornella Pocetti, Xul Solar, Osias Yanov y Rosario Zorraquin.

Curaduría Lara Marmor

De noche el fuego nos ilumina (1971), Los límites del sueño (1970) y Quieto diálogo del insomnio (1968) de Juana Butler (1928-2017) nos llevan a un universo en el cual todo subyace, donde chispea el inconsciente, tienen lugar las revelaciones y lo oculto resplandece. Butler nos abre las puertas de la noche surreal, mística y extática.

En la superficie de sus pinturas puede verse el trabajo activo de la fina capa de aceite que oscurece y hace brillar en simultáneo a los pigmentos originales. Butler hizo uso del poder de la emancipación mental del surrealismo y también, al pintar, supo atravesar distintos estados de la conciencia a partir de la alteración producida por la práctica de la meditación.

Las obras del grupo de artistas que hoy dan vida a Las noches blancas nos alejan de los confines de la razón. Sin represiones psíquicas ni morales nos acercan al encuentro con producciones habitadas por el goce, el baile, la estimulación, la multisensorialidad  y los descubrimientos epifánicos que surgen por la noche.

El llamado de la noche (2024) de Marcelo Canevari, junto a Las edades (2024) de Ornella Pocetti, son pinturas sin tiempo, o más bien pareciera ser que tienen la temporalidad indeterminada de los sueños. La contemplación minuciosa de la naturaleza y también el acopio de información visual de Internet son algunas de las fuentes que dan origen a estas producciones, donde el salto entre ficción y realidad es brutal. En las obras de ella pesa la figura humana y en las de él, el protagonista suele ser el paisaje. La pintura de ambos, de manera indistinta, condensa altas dosis de hechizo y misterio, hechizo y sensualidad.

De noche para Cynthia Cohen las alucinaciones son reales. Vivac y Vivac #2 (2023) representan el momento en el que la artista participa de la apertura de portales en el norte argentino. Unos meses después, cerca del extremo antártico de la Tierra, en Chubut, Cohen recoge un manojo de piedras. Dicen que el Cuarzo limpia impurezas y que el Rubí representa la fuerza de la pasión, ¿cuál será la cualidad terapéutica de un canto negro y facetado que parece una constelación? Sandra Guascone se mueve con soltura entre los campos de la astronomía, la química y la biología; entre la vida y la muerte; la luz y la sombra; la materia viva y la que no lo está. Para materializar sus dibujos, al igual que Cohen entra en un estado de apertura sensorial en el cual recibe mensajes, dejándose atravesar por eso tan inasible llamado energía. Así nacen sus poderosos y magnéticos ensamblajes de insectos, materia astral, vegetales y animales.

Entre 2012 y 2021 Rosario Zorraquín realiza una serie de dibujos a partir de los cuales crea un nuevo alfabeto en base a una grafía automática. Estos símbolos fueron un tiempo después tallados en braille para ser percibidos en sesiones donde los invitados tenían que decodificar los signos con sus impresiones, mientras que la pintora, médium y exploradora de la materia, los traducía en nuevas pinturas. La práctica artística de Osías Yanov también se encuentra atravesada por la creación o resignificación de símbolos, muchos tomados de Xul Solar (reconocido por Yanov como el primer artista cuir productor de lenguajes). El deseo, el esoterismo y el cuidado colectivo son algunas de las claves de su práctica artística integrada por objetos, encuentros, fiestas y performances. Corazón de madera (2022) y Mitominas (2023) son ensambles donde se ponen en relación elementos autobiográficos con otros históricos y en los cuales conviven juguetes sexuales, objetos resignificados como la cuchara que, contra el imaginario tecno-heroico del cuchillo o la espada, se trata de una herramienta que no pincha ni corta, sino que contiene y traslada.

Las noches blancas se repiten en cada solsticio de verano en las regiones cercanas a los polos. Son claras y luminosas. Los crepúsculos son eternos y en ellos se entrelazan el fulgor con la penumbra. Imagino que la música que acompaña a este fenómeno es la de El Poema del éxtasis, la composición de Aleksandr Scriabin (1872-1915) sobre la que Henry Miller escribió: Tiene ese picor cósmico lejano. Divinamente ensuciado. Todo fuego y aire. La primera vez que lo escuché lo reproduje una y otra vez. (…) Era como un baño de hielo, cocaína y arcoíris. Durante semanas anduve en trance. Algo me había pasado. (…) Cada vez que un pensamiento se apoderaba de mí, una puertecita se abría dentro de mi pecho, y allí, en este cómodo nidito, se sentaba un pájaro, el pájaro más dulce y manso que se pueda imaginar. Nuestras propias noches blancas también tienen su propia música. Misterio Tarot, el dúo conformado por Geraldine Lanteri y Aldo Benítez, realizó el diseño de sonido de la sala en base a los arcanos personales de la misma Juana Butler, Xul Solar, Juan Batlle Planas, Roberto Aizenberg y Aída Carballo. Quizás lo visible está sobrevalorado, sugieren Lanteri & Benítez, que buscaron el tono sintónico de nuestras noches australes para dejar entrar a lo invisible, a otras maneras de ser, abriendo el umbral hacia nuevos sentidos.

Producción y diseño: Vanina Mouzo

Montaje: Ramón Rodríguez

Agradecemos a: Galería Nora Fisch, PM Galería, Isla Flotante, Galería Rubbers, Museo Xul Solar y Galería Ruth Benzacar.

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