Cerrar

MCMC presenta en su nuevo espacio la primera exhibición del 2022 de la galería. Neurocisne es una muestra colectiva que reúne un grupo formado por algunos de los artistas argentinos más importantes de los últimos años con otros reconocidos de la escena actual, nunca antes unidos en una misma sala. Las obras de Diana Aisenberg, Elba Bairon, Azul Caverna, Martha Boto, Nicolás García Uriburu, Chelsea Culprit, Edgardo Giménez, Vicente Grondona, Alejandro Kuropatwa, Alejo Musich, Alita Olivari, Kazuya Sakai, Verónica Romano y Nahuel Vecino exploran en esta muestra las manifestaciones del simbolismo del cisne y su mundo circundante a lo largo de la historia del arte.

Está ahí, en su cuello y en todo su cuerpo: el cisne es enigma que interroga. Es pregunta mística que picotea, unas veces la cabeza, otras el corazón. ¿Qué hay en el pájaro sagrado que no podemos del todo atrapar? Y en todo caso, ¿querríamos hacer nuestra la divinidad que a él fue dada por Apolo cuando el mundo era griego?

También se podría pensar en su canto. Los cisnes, cuando presienten que van a morir, cantan aquel día aún mejor que lo han hecho nunca, a causa de la alegría que tienen al ir a unirse con el dios a que ellos sirven, dice Platón. Así, el canto del cisne es la abrupta aparición de un poder interior desconocido. ¿Es esa, entonces, la búsqueda del tesoro?

Parece, ahora que el cisne con su forma de pregunta está presente en todas las cosas, como voces neuróticas que nos persiguen. Es el emblema dual de los poetas que forcejea entre la contundencia de lo sensual y lo efímero de la pureza. Es la certeza del hermafroditismo – masculino y fálico en la acción, de seda y suave en el cuerpo. Es compañía de los dioses Brahma y Varuna que en la India los montaban. En la mitología son aves consagradas a Apolo, que los dotó para significar lo bello y lo armónico. También son de Venus por ser blancos y voluptuosos como ella.

También es el signo de la pelea entre el bien el mal. El puente entre lo divino y lo terrenal. Fue mutado en él que Zeus descendió del Olimpo para hacer el amor con Leda y del mito se valieron los grandes del Renacimiento – Da Vinci, Miguel Ángel, Veronese -, pasando por el post impresionista Cezanne hasta el moderno Cy Towbly para materializarlo en pintura. El ave tampoco escapó de la esotérica Hilma af Klint quien encontró en él motivo de una serie perfecta y obsesiva cuando pintaba – como se dice ella – para el futuro. El cisne es cuento de Andersen, música, disfraz, película y en su versión negra también es teoría económica. Su poética es atemporal, recurrente y no se agota.

Esta conversación coral imaginaria que vive en esta sala, explora las manifestaciones del simbolismo del cisne y su mundo circundante a través de las obras de artistas aparentemente disimiles y no siempre coetáneos. A todos dan ganas de preguntarles si se sienten como Rubén Darío, quien creía que el artista no podría nunca ser cisne porque no lleva su carácter divino. A lo sumo aspiraría a ser Leda, se dejaría penetrar por él cuando bajara del cielo y encontraría en la brevedad de ese instante la unión con la inspiración que deja una obra de arte como prueba de ese amor.

Curaduría y Texto: Solana Tixi

DIseño Sonoro: Federico Cabral

Instalación Sonora: Guillermo Mozian

Diseño Gráfico: Javier Auguste

Agradecimientos: Galería Vasari, Galería Revolver, Aldo de Sousa, Smart Gallery

Siguiente

Ary Brizzi - El pensamiento visual