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Victor Magariños D.

Víctor Magariños D. (Lanús, Provincia de Buenos Aires, 1924 – Pinamar, Provincia de Buenos Aires, 1993) se formó en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires, donde luego trabajó como profesor de arte. En 1946, fundó el Grupo Joven, compuesto por diferentes artistas de su generación. En 1947, recibió el premio Prins de la Academia Nacional de Bellas Artes. Viajó a París en 1951, patrocinado por el gobierno francés, donde conoció a artistas como George Vantongerloo, Fernand Léger y Max Bill, entre otros. En ese momento, definió un lenguaje para su trabajo relacionado con la abstracción. A su regreso a Argentina, continuó creando y enseñando en Buenos Aires hasta 1967, cuando decidió mudarse a la localidad costera de Pinamar, a pocos metros del Océano Atlántico. Desde allí, se mantuvo conectado con comunidades artísticas y científicas de todo el mundo.

Algunas de sus exposiciones individuales incluyen: la Galería San Cristóbal del Instituto de Arte Moderno (Buenos Aires, 1951), Magariños D. en el Centro Venezolano-Argentino de Cooperación Cultural y Científico Tecnológica (Caracas, 1974), Pinturas, vanguardia y retaguardia. Primera muestra luego de 33 años off Buenos Aires en el Instituto CAYC (Buenos Aires, 1984), Victor Magariños D. – Finito infinito – Homenaje a Vantongerloo en los Museos Reales de Bellas Artes (Bruselas, 1986), Victor Magariños D. Obras 1950/1990 en la Fundación Banco Patricios (Buenos Aires, 1991), la retrospectiva Victor Magariños D. 1924/1993 en el Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires, 1999), Victor Magariños D. en la Galería Van Eyck (Buenos Aires, 2000 y 2005), Presencias reales en MUNTREF (Buenos Aires, 2011), Transmisiones sensibles de un cosmos en el Museo de Arte Contemporáneo del Sur (Lanús, Buenos Aires, 2016), Victor Magariños D. Works on paper from the 1950s to the 1990s en Cecilia Brunson Projects (Londres, 2019), Victor Magariños D. En silencio en MC galería (Buenos Aires, 2022) y numerosas exposiciones en la Casa-Museo Víctor Magariños D. en Pinamar, que inauguró en 2002.

Algunas exposiciones colectivas en las que participó incluyen: place en el Stedelijk Museum de Ámsterdam en 1953, XXVIII Bienal de Venecia (Venecia, 1956), Del arte concreto a las Nuevas Tendencias en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (1963), Premio Di Tella (Buenos Aires, 1964), X Bienal de San Pablo (1969), Contemporary Art, 1942-72: Collection of the Albright-Knox Gallery (Nueva York, 1972), Summer exhibition y Visible and tangible form en Simon Dickinson (Londres, 2022), Belgium-Argentina. Transatlantic modernisms, 1910-1958 en Mu.ZEE Oostende (Bélgica, 2022), entre otras.

Su obra pertenece a las colecciones de varios museos nacionales argentinos como el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), el Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano de La Plata (MACLA) y el Museo Castagnino+macro de Rosario. Algunas instituciones internacionales que adquirieron su obra son el Museum of Modern Art en Nueva York, la Albright-Knox Gallery en Buffalo, Nueva York, los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, el Museo de Arte Moderno en Paraguay, así como numerosas colecciones privadas.

María Boneo

María Boneo (1959, Belgrado, Yugoslavia) es una artista argentina.

Se formó en la Escuela Nacional de Bellas Artes, Argentina; en Statuaria Arte, Carrara, Italia; y en talleres de los escultores Leo Vinci, Aurelio Macchi, Miguel Ángel Bengochea y Beatriz Soto García.

Su obra se concentra de lleno en la escultura para explorar uno de sus principales intereses: las líneas sinuosas asociadas a la forma del nido, al útero materno y la figura femenina. Desde la abstracción, estos volúmenes plagados de concavidades y convexidades se construyen a partir de una diversidad de materiales que permiten introducir el color, la textura, el reflejo, la temperatura y la presencia del bloque matérico. En este sentido, Boneo utiliza materiales tradicionales como el mármol, la madera y el bronce. También incorpora la experimentación con bronces niquelados, resinas coloreadas, y diversos tipos de piedras que le permiten lograr matices, pulidos y laqueados. La línea de continuidad que enlaza las transformaciones en su trabajo es la presencia de una particular sensualidad, siempre evocativa, que se constituye a partir de características que se alejan de las asociaciones obvias. Las obras de Boneo se erigen como cuerpos sensuales que combinan a la vez rigidez y frialdad y reflexionan desde el silencio y la quietud sobre el origen de la vida y sus constantes movimientos.

Entre sus premios se incluyen la Mención del Salón Nacional de Artes Visuales (2014), el Segundo Premio del Salón de Grabado y Escultura Ernesto de la Cárcova (2003), y el Primer Premio de Escultura Arte del Museo Antonio Ballvé (2002). Participó de varias muestras colectivas e individuales en galerías e instituciones como el Museo Sívori, Palais de Glace, MCMC Galería y el Museo de Arte Decorativo, en Buenos Aires. Su obra se presentó en ferias de arte en Argentina, Brasil, Inglaterra, Estados Unidos y Francia. En 2019 y 2010 se publicaron dos libros sobre su trabajo, editados por Manuela López Anaya. En la actualidad forma parte del Collective 62, una plataforma de artistas en Miami, Estados Unidos. 

Manuel Espinosa

Manuel Espinosa (Buenos Aires, 1912 – 2006) fue un pintor argentino, pionero del arte geométrico en el país.

Se formó en la Escuela Nacional de Bellas Artes y a la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova, en Buenos Aires. Luego de un breve período surrealista, co-funda la Asociación Arte Concreto-Invención en 1943. Suscribe al Manifiesto Invencionista y participa en las exposiciones que presenta el grupo en 1946 en el Salón Peuser, en el Centro de Profesores Diplomados de Enseñanza Secundaria, en la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (SAAP) y en el Ateneo Popular de La Boca.

Más adelante, su obra se mantiene dentro una abstracción geométrica que se caracteriza por la repetición del cuadrado o del círculo en toda la superficie compositiva. Sobre esta disposición serial trabaja sombras, superposiciones y desplazamientos, que le permiten incorporar relaciones espaciales de avance y retroceso.

Integra muestras colectivas como Del arte concreto a la nueva tendencia, Museo de Arte Moderno (1963), Más allá de la geometría, Instituto Torcuato Di Tella (1967), Salon Camparaison, París (1967), Veinticinco artistas argentinos, Museo Nacional de Bellas Artes (1970), Bienal Internacional de Cagnes-sur-Mer, Francia (1970), Proyección y dinámica, Museo de Arte Moderno de la Ville de París (1973), Tendencias actuales del arte argentino, Centro Artístico de Reencuentros Internacionales, Niza, Francia (1974), entre otras.

En la década de los ’80 participa en las exposiciones de la tendencia denominada “abstracción sensible”, entre las que se cuenta Geometría 81, presentada en el Museo Provincial de Bellas Artes de La Plata. En la ciudad de Buenos Aires integra La geometría. Homenaje a Max Bill, organizada por el Centro de Arte y Comunicación, La abstracción sensible, muestra que acompaña las Jornadas de la Crítica, ambas realizadas en 1981, y Del constructivismo a la geometría sensible, presentada en Harrods en 1992, entre otras.

Participa en las principales exposiciones que tratan el desarrollo de la abstracción en el Río de la Plata, entre ellas destacan Homenaje a la vanguardia argentina de la década del ’40, realizada en la Galería Arte Nuevo (1976), en Vanguardias de la década del ’40. Arte Concreto-Invención. Arte Madí. Perceptismo, Museo Eduardo Sívori (1980) y entre las más recientes, en Abstract art from Río de la Plata. Buenos Aires and Montevideo 1933/53, presentada en The Americas Society, Nueva York (2001). En 2001 el Museo Juan B. Castagnino de Rosario le dedica una muestra homenaje.

Sus obras pertenecen a las colecciones de Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Museo Municipal Eduardo Sívori de Buenos Aires, Museo Municipal de Bellas Artes de Rosario Juan B. Castagnino, Rosario, Museo de la Solidaridad, Santiago de Chile, Museo de Arte de Rhode Island, Estados Unidos, Blanton Museum of Art, Estados Unidos, Colección Cisneros, Venezuela, Colección Carlos P. & Nelly Blaquier, Buenos Aires, entre otras.

Horacio Zabala

Horacio Zabala (Buenos Aires, 1943) es un artista y arquitecto argentino.

Se recibe de arquitecto en la Universidad de Buenos Aires. Emigra a Europa en 1976 y reside sucesivamente en Roma, Viena y Ginebra durante 22 años; actualmente vive y trabaja en Buenos Aires.

Exhibe su primera muestra individual en 1967 y publica su primer texto teórico en 1972; desde este año hasta 1976 es miembro del Grupo de los trece. En mayo de 1973 presenta una exposición en el CAYC (Centro de Arte y Comunicación) de Buenos Aires denominada Anteproyectos, integrada por fotografías, heliografías, fotocopias, cartografías impresas, readymades, textos, instalaciones y diseños de arquitectura carcelaria, que inaugura la línea analítica que identificará su producción posterior. A partir de lenguajes visuales mínimos y utilizando medios heterogéneos, sus obras exploran críticamente el contexto social y estético de la información y la ficción.

Desde sus primeras exposiciones explora las cosas, sus imágenes y situaciones. Con su práctica artística, vincula o desvía y transforma algunas relaciones inertes y opacas del entorno para habitarlas con otras identidades y significaciones.

Desde 1970, realiza numerosas exposiciones individuales y colectivas en Europa y América. En 2004 se le otorga el Primer Premio Adquisición en el Salón Nacional de Rosario; en 2005, el Gran Premio Adquisición del Salón Nacional de Artes Visuales; en 2018, el Achievement Award, de la Colección Ella Fontanals-Cisneros de Miami.

Sus obras integran colecciones de instituciones públicas y privadas, entre las que se destacan: Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires; The Metropolitan Museum of Art, Nueva York; Tate Modern, Londres; Museo de Arte Moderno, Buenos Aires; Museu de Arte Contemporânea da Universidade de Sâo Paulo, San Pablo; Dallas Museum of Art, Dallas; Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid; Phoenix Art Museum, Phoenix; Museo de Arte Tigre, Provincia de Buenos Aires; Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Buenos Aires; Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago de Chile; Middlesbrough Institute of Modern Art, Inglaterra; Daros Latinamerica Collection, Zürich; Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, Rosario; JP Morgan Chase Art Collection, Nueva York; Colección Fundación Alon para las Artes, Buenos Aires; Institute for Studies on Latin American Art (ISLAA), Nueva York.

Cynthia Cohen

Cynthia Cohen (Buenos Aires, 1969) es una artista plástica argentina.

Egresó de la Escuela Nacional Prilidiano Pueyrredón, cursó estudios con Laura Batkis y realizó talleres con Pablo Suarez y Marcia Schwartz.

Entre numerosas exposiciones individuales y colectivas tanto en el país como en el exterior, se destacan “Bomba de Brillo” en Museo Marco (2020), “Pan Dulce”(2019) en Galeria Pasto, “Naturaleza, refugio y recurso del hombre” en CCK (2017), “Futuro brillante” en Galería Van Riel (2016), “El resplandor” en PrismaKh, (2015), “Obra reciente” en Galería del Paseo, Lima (2014), “Monumentos ingrávidos” en Galeria del Paseo, Punta del Este (2014), “Una acción para la amistad” en Centro Cultural Recoleta (2014), “Penetración en el medio“ en Museo Macro, Rosario (2013), “Candy Crush” en Fundación Esteban Lisa (2013), “Deforme” en el Centro Cultural Ricardo Rojas (2012), “Poderosa Afrodita” en Museo de la Mujer, Córdoba (2011), “SynchroNYcity” en Consulado Argentino en Nueva York (2011) y “Sin palabras” en el Centro Cultural Recoleta (2008).

Algunos de los premios que obtuvo incluyen la selección de su obra en el Premio Banco Central (2015), Premio Primera Selección Fundación Banco Ciudad (2000), Primer Premio Distinción Alianza Francesa (2000) y Primera Selección Premio Universidad de Palermo (1999).

Carmelo Arden Quin

Carmelo Heriberto Alves (Rivera, Uruguay, 1913 – Paris, Francia, 2010) fue un artista plástico uruguayo, perteneciente al movimiento Madí.

Se acerca a las artes plásticas a través del escritor catalán Emilio Sans, amigo de su familia. En 1935 conoce a Joaquín Torres García en una conferencia en la Sede de la Sociedad Teosófica y adopta sus lineamientos estéticos. En 1936 realiza sus primeras pinturas no ortogonales, transgrediendo los límites tradicionales del marco. Expone estos trabajos en la Casa de España en Montevideo, en el contexto de una manifestación en apoyo a la República Española.

Desde finales de 1937 se instala en Buenos Aires, donde frecuenta a los artistas de vanguardia y estudia filosofía y literatura en la universidad. En esta ciudad comparte taller con el artista chileno Miguel Martínez, quien le presenta al artista Gyula Kosice, por entonces un adolescente que se dedicaba a la marroquinería.

En 1941 participa en la fundación del diario bimestral El Universitario, donde publica sus ideas políticas y estéticas. Integra el grupo editor de la revista Arturo cuyo único número aparece en 1944. En 1946, divergencias estéticas provocan una escisión y se forman la Asociación Arte Concreto-Invención y el Grupo Madí. Integrando este último, Arden Quin participa en las cuatro exposiciones que se presentan durante ese año en la Galería Van Riel y en la Escuela Libre de Artes Plásticas Altamira. También integra la Primera Exposición Madista Internacional, organizada en el Ateneo de Montevideo. Realiza obras de marco poligonal, estructuras móviles, coplanares, cuadros objeto y obras cóncavo-convexas.

En 1948 viaja a París, donde frecuenta a Michel Seuphor, Marcelle Cahn, Auguste Herbin, Jean Arp, Georges Braque y Francis Picabia, entre otros artistas de vanguardia. Allí realiza numerosas exposiciones y participa en el Salon des Realités Nouvelles.

En 1954 regresa brevemente a la Argentina y junto a Aldo Pellegrini funda la Asociación Arte Nuevo que, integrada por artistas de diferentes tendencias no figurativas, realiza su primer salón en la Galería Van Riel en 1955.

A su regreso a París continúa su trabajo y en este período introduce en su obra el collage y el découpage, recurso que utiliza en forma exclusiva hasta 1971, año en que retoma la pintura. En 1962 crea la revista Ailleurs y, durante esa década participa en el movimiento de Poesía Concreta.

Entre las últimas exposiciones individuales merecen citarse las realizadas en la Galerie Charley Chevalier, París (1973); Galerie Quincampoix, París (1977); Exposición Homenaje a sus sesenta años, Espace Latino-Americain, París (1983); Galeria Niza, Brescia (1986); Galerie Down Town, París (1987); Galería el Patio Bremen, Alemania (1988) y Fundación Arte y Tecnología, Madrid (1997). En 1998 la galería Ruth Benzacar de Buenos Aires organiza una importante muestra monográfica titulada Carmelo Arden Quin. Pinturas y objetos 1945- 1995.

Asimismo participa en importantes exposiciones colectivas, tales como Art in Latin America. The Modern Era (1820-1990), en la Hayward Gallery de Londres (1989); Argentina. Arte Concreto Invención 1945. Grupo Madí 1946, en la Rachel Adler Gallery de Nueva York (1990), Arte Madí, en el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid (1997) y Abstract art from Río de la Plata. Buenos Aires and Montevideo 1933/53 en The Americas Society de Nueva York (2001).

Fallece en París el 27 de noviembre de 2010.

Ary Brizzi

Ary Brizzi (Buenos Aires, 1930) es pintor, escultor y diseñador.

Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova, de donde egresó en 1951. Influenciado por el artista suizo Max Bill se volcó a la abstracción, interés que compartía con sus colegas Eduardo Mac Entyre, Manuel Álvarez, Miguel Ángel Vidal, Carlos Silva y César Paternosto. En 1958 realizó su primera exposición individual y un año más tarde participó en la primera Bienal de París. El mismo año fue seleccionado para diseñar el Pabellón Argentino en la Feria Mundial de Comercio de Nueva York.

Brizzi fue incluido en dos importantes muestras en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, “Exposición internacional de arte moderno” (1960) y “Del arte concreto a la nueva tendencia” (1964). En 1965 representó a la Argentina en la 8va Bienal de San Pablo, y en 1967 formó parte en “Más allá de la geometría”, en el Instituto Di Tella. En 1968 fue enviado por el gobierno argentino a Estados Unidos como integrante de las exposiciones “Four new Argentine artists”, en la galería Bonino (Nueva York), y “Beyond geometry”, en el Center of InterAmerican Relations (Nueva York). Ese mismo año recibió una mención de honor en la 2da Bienal de Lima y el primer premio de la Bienal de Quito. En 1976 obtuvo el Gran Premio de Honor del Salón Nacional. En 2012 participó en la muestra “Real/Virtual. Arte cinético argentino en los años 60”, en el Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires).

Obtuvo más de 30 premios nacionales y 5 internacionales. Sus obras forman parte de importantes colecciones públicas y museos internacionales como el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA), y el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA), la colección de obras de Arte de UNESCO, Galleria degli Uffizi, Italia, entre otras.

Geometrías en paralelo

Ary Brizzi y María Martorell

Pocos artistas compartieron tantos espacios y una visión en común como Ary Brizzi y María Martorell. Si bien solo fueron parte de un grupo de forma circunstancial, la crítica y la historia los unió.

A mediados de los 50, la geometría se había transformado en un movimiento de gran intensidad, variedad y proyección internacional. Fue el lenguaje de la Modernidad en la pintura, el diseño, la arquitectura y las artes en general. En la Argentina, una tercera oleada, denominada el neoconcretismo, surgía tras la tradición forjada por artistas de la talla de Tomás Maldonado, Alfredo Hlito, Enio Iommi, Gyula Kosice, Arden Quin y Raúl Lozza, entre los maestros de los 40.

María Martorell nació en Salta en 1909. Ary Brizzi, en Buenos Aires en 1930. Pertenecieron a la misma camada artística a pesar de la sensible diferencia de edad entre ellos. María se casó joven, formó su familia y postergó la vocación, como muchas mujeres de su época. Ary, ya a los 15 años, mientras cursaba la escuela de Bellas Artes, trabajaba con su padre y su hermano en arquitectura y diseño de interiores. Son ellos dos vidas distintas que confluyen en una misma pasión, sostenida con talento y tenacidad. La primera vez que exponen juntos es en 1963, cuando Romero Brest los invita a la exposición Ocho artistas constructivos, en el Museo Nacional de Bellas Artes, junto a Manuel Espinosa, Raúl Lozza, Eduardo Sabelli, Miguel Ángel Vidal y Carlos Silva. Ese mismo año, 1963, la muestra panorámica Del Arte Concreto a la Nueva Tendencia[1] incluye a ambos artistas y los identifica categóricamente con esa “nueva tendencia”. Una nueva tendencia que, partiendo de los conceptos principales del arte concreto (total abstracción y autonomía de la forma, abolición del ilusionismo, estética científica), se aventuraba a ir más allá, transformando la geometría según las leyes del ojo humano. El “arte generativo,”[2] óptico y cinético, más ligado a Europa, y el color field y el hard edge, de origen estadounidense, conformaban las innovaciones que tanto Martorell como Brizzi practicaron en aquellos nacientes años 60.[3]

Con una formación semejante, basada en la metodología de la Bauhaus, la herencia del constructivismo ruso y la tradición externa y local del arte concreto, Brizzi y Martorell eligieron trabajar en serie, introduciendo pequeñas variantes en una determinada proposición inicial; investigar la sintaxis del color con relación a las formas, el movimiento real o virtual, la luz y sus infinitas implicancias plásticas y simbólicas.

El modelo artístico de personalidades como Max Bill —ganador en 1952 del gran premio de la primera bienal sudamericana, la Bienal de San Pablo— y de Victor Vasarely, quien expuso su obra en Buenos Aires en 1958 luego de participar de la IV Bienal, dejó su huella en las poéticas de la geometría y en el desarrollo multidisciplinar. Ambos, artistas y diseñadores, desdibujaron los límites del arte.

Martorell presenció los cambios desde Europa. Vivió allí dos años, entre 1955 y 1956, y visitó con avidez museos y talleres de artistas contemporáneos como Georges Vantongerloo, Nicolas Schöeffer y Jesús Soto, embarcados en los rumbos de la nueva geometría.

Con su vocación de total abstracción, el arte concreto había dejado una pregunta flotando en el aire para que la resolviera la generación siguiente: ¿cuál es el tema de la pintura? Siglos de arte figurativo, de representación, habían puesto a la geometría en la encrucijada de tener que defenderse de la consideración de ser un “estilo decorativo”.

El tema de una obra de arte, señalaba Martorell, es “su armonía, su ritmo. El tema es solo el medio de orientar nuestra atención hacia las apariencias e invitarnos a atravesar esas apariencias para llegar a su espíritu”.

En consonancia con estas reflexiones, Brizzi aseveraba que la pintura es un “hecho único provocado por la utilización de un medio único”, que el “hecho plástico” se da sin apoyos en otra realidad que ella misma y su fin es “sensibilizar la percepción humana y su visión interior”.

De este modo nació una pintura que es tan cercana al ojo como lo es al insondable “interior”, al espíritu tanto del artista como de su audiencia. No obstante, este acercamiento sin objetos conocidos, ni metáforas, ni narraciones literarias se fue convirtiendo en un lenguaje que resumió las formas más básicas y a la vez más sofisticadas de la percepción humana. Regidas por las leyes de la visión, sensuales curvas navegan por espacios de colores netos; se atraen, se repelen, cambian de rumbo. Un haz de luz quiebra un plano, se desgrana en los colores que lo forman. Círculos y líneas reverberan al extremo contraste del blanco y negro. Estos fueron solo algunos de los temas de la geometría que Martorell y Brizzi trabajaron, llenando sus telas de resonancias musicales. Precisamente la música, en su extrema abstracción, fue uno de los modelos utilizados para pensar estas composiciones desapegadas de la representación, tan estrictas y racionales como próximas a las emociones.

Artistas con vocación de conocimiento, ambos se autoformaron en la lectura de diversos materiales que concentraban los intereses propios de su época: la ciencia, la tecnología, la extensión del arte al diseño y la vida cotidiana.

Desde sus inicios, Brizzi diseñó y aplicó sus motivos artísticos a piezas de arte gráfico y publicidad. Los “estudios” que realizó entre 1955 y 1962 son obras en sí mismas y dan cuenta de esa aplicación a la comunicación que, ya nadie duda, no reside solo en las palabras. Utilizando materiales de última generación como los esmaltes sintéticos, luego acrílicos y novedosas aleaciones metálicas, pintó, creó esculturas y practicó un oficio que entonces llamaba “arquitectura comercial” y que cubría las urgentes necesidades de exhibición en las innovadoras ferias industriales de la bonanza económica del desarrollismo.

En este camino de extensión del arte, Martorell, embelesada por los tapices medievales que conoció en Francia, se preguntó cuál sería el destino de la tapicería salteña, aún considerada artesanía. Sintonizar tradición con modernidad le permitiría hablar de un arte textil contemporáneo basado en los motivos preincaicos, los mitos y leyendas del Noroeste argentino y las manos expertas que aún los ejecutaban. De esta incursión nació la colaboración con el artista salteño Carlos Luis “Pajita” García Bez y sus tejedoras, que aunaron la geometría andina con la contemporánea en los diseños de Martorell; un encuentro virtuoso que aún tiene ecos en la actualidad y el auge de los textiles.

Durante los 70, en los premios de la empresa Acrílicos Paolini, Brizzi y Martorell también se avinieron a crear objetos “útiles” (diseño) e “inútiles” (artísticos) con el tan preciado material, el acrílico, que connotaba la belleza y practicidad de la vida moderna.

Contemporáneamente a estas exploraciones, en 1966, Brizzi y Martorell forman parte del Grupo 13 (G13), que tuvo su presentación en Buenos Aires[4] y representó un verdadero compendio de las tendencias de la geometría de la época. La exposición recibió excelentes comentarios, como los del crítico Cayetano Córdova Iturburu, quien veía en su excelencia la contracara del Premio Braque, dedicado a festejar las “naderías de los Pop”.[5]

Efectivamente, la nueva geometría era contemporánea a otras tendencias de la figuración como los pop o los jóvenes de los “mitos urbanos”, como los calificó el crítico francés Pierre Restany.

Ese mismo año, Brizzi y Martorell participan de 11 Pintores Constructivos, en la que coinciden una vez más con Espinosa, Mac Entyre y Vidal. Obviamente, estas coincidencias no son casuales —la actual que presentamos tampoco—, ya que, a diferencia de otras tendencias dentro del arte contemporáneo, la geometría fue un espacio de confluencias más que de diferencias. Significó un lenguaje internacional, una especie de esperanto de las formas, por el que  los europeos y americanos en general venían luchando desde el comienzo del siglo XX; un lenguaje que, como todos, fue poco a poco incorporando “vocablos” que lo hicieron tan accesible como en cierta medida lo fuera tradicionalmente la figuración. La luz, la representación pictórica de la luz, fue uno de ellos. Las escalas de valores, también llamadas degradé, irrumpieron en la obra de Brizzi y Martorell para desdibujar planos, convertir el color en atmósfera, negar la bidimensionalidad del soporte o lanzarse a un mundo de sugerencias visuales y simbólicas que antes se tildaban de naturalistas.

La geometría nos acompaña hoy como la evidencia de un lugar de maestría en el arte argentino. Fue una tendencia que triunfó a nivel internacional, que se cargó de nuevos significados acompañando los tiempos, pero que, esencialmente, habla desde la modernidad.

María José Herrera

Historiadora y curadora. Autora del libro Ary Brizzi. La armonía de la Modernidad (en prensa 2023) y co-autora de María Martorell. La energía del color (2013)


[1] Organizada por el Museo de Arte Moderno de la ciudad de Buenos Aires (MAM).

[2] Creado por Eduardo Mac Entyre y Miguel Ángel Vidal en 1960.

[3] También coincidieron en Más allá de la geometría (1967), una muestra antológica que introdujo la “nueva escultura”, las estructuras primarias, realizada en el Instituto Di Tella, en la calle Florida.

[4] Exponen junto a Armando Durante, Manuel Espinosa, María Juana Heras Velasco, Jorge Lezama, Mac Entyre, César Paternosto, Alejandro Puente, Sabelli, Carlos Silva, María Simón y Vidal.

[5] Cayetano Córdova Iturburu, “Dos caras de una medalla”, diario El Mundo, Buenos Aires, 31 de julio 1966.

Recortes de Carmelo Arden Quin

Carmelo Arden Quin (1913 – 2010) fue un inventor de formas. Lo guió esa mezcla de libertad y regulación que da lo lúdico. Varias de sus invenciones se reúnen en la foto, capturada en su atelier de Savigny-sur-Orge, que inspira este texto. Al igual que en la selección de obras que se exhibe hoy en MCMC, tras la figura de Arden Quin se materializan los sucesivos desplazamientos y variaciones de su matriz creadora. Su rostro recorta una pieza del período histórico, una pintura  de la serie “Galbée” ondea en su mesa de trabajo y el metal despunta en la escultura que se erige a su derecha y en un cuadro, tardío, que se recuesta sobre la pared ubicada a su izquierda. Esta “Flecha de tiempo”, para jugar con el título de la primera de las obras que describimos en esta suerte de ejercicio ecfrástico en el que lo visual se vuelve palabra, recorre una trayectoria mayor en la muestra que presentamos. Su curso es sutil y nunca unidireccional. Las finas tramas lineales dibujadas de manera horizontal en Transparence (1952), que generan un movimiento aparente, se verticalizan con ondulaciones reales en los “Galbées” de 1971 y 1972. Y el fluir cóncavo-convexo de estas obras de los 70 recuperan, con otra paleta, la tipología que, ya en los 40, curvaba el soporte. También hay “transparences” que se presentan en un falso romboide. En ellas, la trama de líneas ya no está pintada: se compone de hilos de nylon superpuestos sobre la pintura, que causan un efecto de vibración cuando acompañan el trayecto del visitante. En otros casos, la mirada del espectador es direccionada hacia el vacío. Así, los calados de las obras sobre papel reelaboran la idea del recorte y superposición aprovechando las posibilidades del soporte. En las esculturas, es la materia la que acentúa el contraste presencia-ausencia por la tridimensionalidad del objeto. Ambos, soporte y materia, vuelven a transformarse en la última etapa de su producción cuando Arden Quin experimenta con las innovaciones que provee la industria como el PVC.

En esas trasposiciones, asoman también las obsesiones literarias de Arden Quin: la búsqueda de un orden que permita comprender “otro volumen de la misma textura” es el tema de un poema recuperado de su archivo; y el desarrollo de mitologías refundacionales es el foco de sus libros Hessegor (1955) y Eclimón (2004). Creador de mundos, Arden Quin forjó nuevas comunidades. En el ámbito rioplatense, le dio forma al grupo de Arturo, al Movimiento Arte Concreto Invención, al grupo Madi y, años más tarde, a la Asociación Arte Nuevo. Desde París, impulsó el Centre de Recherches et d’Études Madi, la revista Ailleurs y el Movimiento Madi Internacional. Todavía en este racconto, queda afuera la incansable correspondencia que mantenía con artistas, músicos y escritores de Latinoamérica y Europa para gestar sus proyectos. En la foto escogida, rozando la mano derecha de Arden Quin, hay un sobre con varias estampillas. Tras muchos años de trabajo con su Archivo, no podemos dejar de pensar que esa carta es también parte de su legado artístico y que sostiene, en gran medida, esa mirada oblicua, pero siempre hacia adelante.        

Equipo del Archivo Arden Quin: Martina Guevara-Paola Vega-Milena Yolis

Buenos Aires, marzo de 2023.